miércoles, 7 de agosto de 2013

Amigos de ...¿Quién?

Nos encontramos ante tres amigos: dos de ellos en un momento determinado se pelean porque discrepan respecto a un tema, y el tercero es buen amigo de los dos. Cuando terminan de discutir uno de ellos, le dice al tercero que si quiere estar con él, ha de dejar de ser amigo del otro. Esta ilustración nos sirve un poco para ver la decisión que tenemos que tomar, si seguir a Cristo o continuar en el mundo.

!Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.
Santiago 4:4

Como vemos en este versículo, los dos amigos que están peleados son Dios y el mundo y nosotros somos ese tercer amigo. Nosotros en el momento de tomar la decisión vemos ambos bandos, Dios nos ofrece algo que sabemos que el mundo no nos puede dar, que es la salvación y la vida eterna, pero el mundo sabe pintarnos las cosas de una manera muy atractiva de manera que aparentemente parece que puede competir con Dios, nos ofrece diversión, felicidad y una vida llena de placeres. Si no tenemos nuestras creencias firmes y claras pueden surgir verdaderas dudas. Por lo que nosotros vemos en nuestro día a día, el que aparentemente es el mejor camino, puede ser el del mundo, un camino donde tenemos acceso a todo tipo de placeres, y quizás el camino de Dios lo vemos un poco más complicado, con más normas y reglas que cumplir, y más exigencias y menos placeres. Pero todo esto es lo que podemos ver a lo mejor desde fuera, desde dentro la realidad es muy diferente. Lo que nos pintaban y veíamos como diversión, felicidad y una vida llena de placeres, en realidad eran diversión momentánea, in-felicidad, y una vida llena de placeres insatisfactorios. Mientras que en el camino de Dios que nos podía parecer menos cómodo, vemos en el salmo 23 que aunque andemos en valle de sombra de muerte no temeremos mal alguno y que el Señor nos cuida siempre. Son dos caminos los cuales pueden engañar si solo nos fijamos en los que nos ofrecen de primeras, tenemos que aprender a mirar más allá de “nuestras narices” y ser capaces de ver los finales de ambos caminos, que son muy diferentes a la apariencia de estos.
Muchos ceden al camino del mundo pensando que es mejor y piensan que ya tendrán tiempo de preocuparse por la salvación, pero como he dicho anteriormente la realidad una vez comienzas y andas por uno de los caminos es muy diferente. No podemos cambiarnos de uno a otro conforme nos venga en gana, conforme vamos avanzando en el camino, estos se separan y llega un punto en el que es casi imposible cambiar. Si pensamos como se avanza seria a medida que nos involucramos en el mundo (avance en el mundo) y a medida que crecemos espiritualmente (avance en el Señor). Es más complicado ceder a las tentaciones del mundo si somos fuertes espiritualmente, hasta que llega el momento de que el mundo no nos afecta apenas y es ese punto en el que ya no hay posibilidad de cambio. Esto no quiere decir que no vayamos a ser tentados, seguiremos con eso, pero estaremos lo suficientemente preparados para superar todas las tentaciones con éxito. Por el otro lado, el del mundo, a medida que nos involucramos en él, perdemos la percepción del peligro que corremos de perder la salvación y nos refugiamos en la idea de que cuando queramos podemos corregir nuestro rumbo, pero lamentablemente no es tan fácil.
Como he dicho anteriormente en ambos caminos está ese punto de no retorno, y en ocasiones llegan con la muerte. Esto es algo que ninguno podemos predecir y por tanto deberíamos de adoptar medidas lo más pronto posible para estar preparados para ese momento.

Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.
(Mateo 25:13)


Y TÚ, ¿DE QUIÉN ERES AMIGO?

No hay comentarios:

Publicar un comentario