lunes, 21 de febrero de 2011

La Seguridad

La Biblia dice que alguien llamado Job se enfrentó en la vida real con la situación de tener posesiones que le daban seguridad e ir perdiéndolas poco a poco. Job era muy rico, tenía una familia encantadora y todo le iba bien. Un día Satanás se presentó ante Dios y le dijo que la única razón por la que Job adoraba a Dios y tenía fe en Él todo lo marchaba bien. Dios dejó que Satanás le quitase todos sus bienes, uno por uno, hasta que Job sólo tuvo dolor. También perdió su salud. Su mujer le aconsejo que maldijera a Dios con la esperanza de que lo mataría y le libraría de su miseria. Pero como todo el mundo sabe, no lo hizo. Lo más importante en su vida era Dios. Si Job hubiera rellenado cinco hojas y en cada una de ellas hubiera puesto un valor que le daba seguridad, y hubiera tenido que quitar cuatro, probablemente habría conservado el que pusiese “mi relación con Dios”. La fe en Dios era algo que nadie le podía quitar, solo él podía perderla voluntariamente.
La seguridad que se obtiene de las cosas materiales es como el vapor, se escurre entre los dedos. Jesús dijo que nos ofrece algo que no es temporal. Lo llamó “vida eterna”. No tiene límites de tiempo. Él hizo una buena pregunta: “¿Pues de que le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde el alma?”(Marcos 8:36).
Para impedirlo, Jesús se ofrece para guiar a los que quieren confiar en Él. Dijo: “… y a los que vienen a mí no los echaré fuera” (Juan 6:37), y, “Yo les doy  vida eterna, y jamás perecerán, ni nadie me las quitara de la mano. Me las ha dado mi Padre, que es mayor que todos, y nadie se las puede quitar a Él de su mano” (Juan 10: 28-29)

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